Canarias es un lugar en conflicto de identidades. Ubicada geográficamente en África tiene una historia de conquista, colonización y dominio español que se remonta al siglo XV. Esta historia ha sido borrada por las autoridades coloniales o interiorizada como algo inevitable hasta el punto de que hoy en día no se sabe mucho sobre los pueblos originales que habitaban las islas, presumiblemente relacionados con los bereberes. En la época del Imperio español, las islas se usaban como escala para los galeones en su camino para arrasar las Américas, su gente y sus recursos. Canarias tiene hoy una identidad española y europea, aunque está demasiado lejos de ser Europa o España. Las diferentes islas se enfrentan ahora a su propio pasado, ya que sirven como puerta de entrada a Europa para miles de africanos pobres y desesperados, muchos de los cuales han encontrado su tumba en las profundidades del Océano Atlántico. Varios proyectos mineros, principalmente en alta mar, amenazan la sostenibilidad ecológica de las islas. El caso es que, si no geográficamente, política y económicamente Canarias se ha separado de África. El cordón umbilical ha sido cortado artificialmente y restaurarlo requerirá más que palabras y ilusiones. Canarias se ha convertido en una anomalía o, como dicen los políticos europeos: una región ultraperiférica de la UE, junto con las Azores o Guadalupe. Un gran eufemismo para disfrazar el verdadero proceso histórico de colonización y acumulación.